Se dice que errar es humano, así que yo he confirmado más que de sobra que humana soy. La oposición me ha lo ha recordado bastante. Yo era de esas que tenían súper claro que opositaría, al fin y al cabo, siempre he soñado con ser profesora y me va la pública. Y, como soy una persona entusiasta por naturaleza, leía muchos blogs sobre gente que estaba opositando, miraba instagrams y, en sí, buscaba cualquier cosas que pudiera dejarme ver cómo sería esto. La cosa es que, por mucho que te digan las cosas, la experiencia en carne propia hace muchísimo. 

¿Me sirvió buscar información, leer a otra gente y ver a otros? Muchísimo. Y me sigue sirviendo (y gustando) una barbaridad. Sin embargo, eso no ha evitado que me llevé un par de novatadas en estos primeros meses en los que me he enfrentado a la oposición. Ya escribí una entrada diciendo lo que había aprendido en los primeros meses sobre estudiar oposiciones y corregí muchas cosas. De hecho, a día de hoy, sigo muchos de esos primeros cambios que hice. E, incluso, me he dado cuenta de que tenía que mejorarlos todavía más, como el de tenerlo todo a mano para distraerme menos como le expliqué en los comentarios de una entrada del instagram. Pero también he descubierto que no todo lo que le funciona a los demás, nos tiene por qué funcionar a nosotros. Por ejemplo, reconozco que la técnica «Pomodoro» tiene que ser muy buena y he visto que a muchísima gente le funciona. Pero a mí no. A mí lo que me cuesta es ponerme, una vez puesta, no me cuesta estar concentrada, por lo que, parar cada 25 minutos o cada 1 hora y descansar 5 o 10 minutos a mí me es más improductivo que echar sesiones de 2 horas y media, básicamente, porque para mí no serán 5 o 10 minutos de descanso serán 20 o más porque no me engancho rápidamente. 

Así que como errar es humano, ya me he dado unas cuántas hostias con esto de la oposición, y me gusta eso de reírme de mí misma, hoy quiero hablar de varios de los grandes errores que he tenido en estos meses. 


LOS ERRORES MÁS GARRAFALES QUE HE TENIDO COMO OPOSITORA NOVATA 


Ella, la la velociraptor de las palabras.
Mi súper error , ese del que me lamento día sí y día también porque calculo que me ha hecho perder varias semanas de oposición, han sido mis desmesuradas expectativas. Y no en temas a llevar que eso, más o menos, lo asumí pronto y supe que el objetivo que me había fijado iba a estar complicado, me perjudicaba en otros aspectos y bajé cuando llegó el momento. Me refiero, más bien, a lo que puedo escribir en dos horas. El primer ejercicio de la oposición de secundaria son dos exámenes que duran 1h 30 minutos (el de prácticas) y 2h (el de temario), al menos en CLM, porque me parece que en otros sitios va de otra manera la distribución de tiempos. Tengo mucha costumbre de escribir a ordenador (500 pulsaciones por minuto, si no hablas de carrerilla, te puedo copiar el discurso) y estoy muy acostumbrada a poder escribir muchísimo en poquísimo tiempo. La cosa es que a mano no estoy acostumbrada a escribir y, lógicamente, se escribe más despacio. Empecé la oposición (y me he tirado meses sin reconocerlo) creyendo que sería capaz de escribir 5.000-5.500 palabras en dos horas, incluso cuando todo el mundo me decía que eso era imposible, que la media está entre 3.000-3.500 palabras. No sé decirte cuánto es a en folios porque varia mucho según lo grande-pequeña y espaciada-apretujada que tengas la letra y hagas las líneas.

Así que me deje los diecinueve temas de geografía a esa cantidad y seguí con el proceso: subrayar, esquematizar, requeteesquematizar, etc. Hice simulacro de examen en Navidad y escribí unas 3.600 palabras (en un storie del instagram están las exactas). Mi gozo en un pozo. Entendí que tenía que ser más consciente y, sobre todo, más realista. Así que he vuelto a resumir temas, las nuevos de arte e historia los estoy haciendo ya a mucha menos distancia y, además, como, dentro de ser el desorden en persona, tengo una obsesión insana por la planificación y cuadrantes, me dí cuenta que 3.600 palabras no ocupaban lo mismo en unos temas que en otros. ¿Por qué? Porque no es lo mismo escribir «arte» que «califragilisticoespialidoso». Así que ahora cuento los temas en caracteres que puedo llegar a escribir, más o menos, en dos horas (contando también con ese poquito de información que siempre se te queda en el tintero y que yo no sé estudiar de pura memorieta y, luego, cambio palabras). ¿Me está suponiendo un sufrimiento cada vez que veo lo resumidos que se quedan los temas? Sí, porque además yo nunca he sabido sintetizar hasta que la oposición me miro a la cara. 


Esto no es Marina D'or, pero, oye, eso de respirar de vez en cuando ni tan mal
Otro de mis grandisimos errores ha sido el no descansar. Nefasto error. Horripilante. De ser gilipollas, vamos. He tardado mucho en conseguir cumplir los objetivos semanales que me ponía. No sé si es que me he pasado con ellos, que cuando tengo un día glorioso, el siguiente me relajo y la lío, o que, simplemente, en una oposición es imposible calcular cuánto te llevará hacer cada cosa (seguro que en algún estudio de Michigan o cualquier otra universidad estadounidense apuestan por la tercera, la segunda es más made in Spain). Pero como no llegaba a los objetivos (digamos que en todas las semanas de oposición solo dos semanas, puede que tres, he cumplido todos todos los objetivos puestos), me decía que no merecía descansar que tenía que seguir dándolo todo. Mira no, perdona, conciencia, pero lo he dado todo solo que, a veces, pues no se llega. 

Me he metido atracones de no descansar más que un par de horas una mañana o una tarde y estudiar de seguido tres semanas. Prácticamente, he limitado mis descansos a un viaje de fin de semana al mes, el día de Navidad y el de Año Nuevo. Vamos, ni Felipe II se equivocó tanto enviando la Armada Invencible para arriba. Le dejo en mantillas. Porque así no se rinde y tengo pruebas porque recojo las horas productivas (esas que de verdad pasas frente a los apuntes y no yendo a ver si el frigorífico es el armario de Narnia) y se nota una barbaridad el descenso de horas en temporadas de no descanso con las que sí estoy descansada. 

Es difícil. Me tomó muy en serio la opo y he pensado miles de veces que día no estudiado es día no perdido. Pero no. Porque si no «pierdo» un día, entonces pierdo tres. Te juro que me cuesta horrores desde que estoy en este proceso de hincar codos constante sentarme en el sofá sabiendo que no he hecho ese comentario de texto, que me ha faltado resumir la conclusión de aquel tema, que no he coloreado las tablillas de la programación todavía... y quiero ponerme otra vez delante del escritorio. Sin embargo, cuando alguien te dice «¿pero cuánto hace que no paras?» porque estás llorando en mitad del salón, te das cuenta que algo estás haciendo mal. 

Descansa, por favor. Deja que tu mente se limpie y pueda seguir presentando batalla. Recuérdalo, yo del futuro, por favor. 



Pero es que ellas hacen dos temas al día, mamá. 
O treinta o se sacan veinte prácticas a la semana y se saben ya de memoria la exposición de la Unidad Didáctica. Pero hoy no me apetece hablar de esos «súper opositores» que deben tener días de 30 horas, memorias prodigiosas y una disciplina que raya la robotización, son mi animal favorito mitológico, aunque creo que todos nos hemos topado con uno de ellos (yo al que me encuentro todas las semanas le deseo que le llueva encima sin llevar paraguas, no os lo voy a negar). De lo que me refiero con esto es que, como buena novata, miraba con ojos admirados y relucientes a esos opositores que llevan partiéndose la espalda desde hace años, que saben de verdad de que va esto y que, lógicamente, llevan mucho más recorrido que tú y eso, lamentablemente para el opositor novato, se nota. Vaya que si se nota. Creo que mi frase más repetida este año ha sido «jo, es que si no tuviera que hacerme los temas, ¡echaría muchas horas estudiando!». Y las echaré, algún día, cuando pueda considerarme veterana y lleve experiencia opositoril a las espaldas. 

Compararse es odioso, de verdad. A mí dolía en el alma ver lo poquito que avanzaba al principio, la de veces que me tropezaba, lo farragoso que era todo, el «¿cómo carajos se estudia esto la gente?» y ese tipo de sentimientos y pensamientos. Especialmente, porque los veía a ellos, que volaban a través de sus apuntes, que dan miles de vueltas al temario o van añadiendo temas sin parar, que saben reconocer la mayoría de las prácticas que les enseñas y que ya tienen la programación nada más que en revisión. Pero es que esto es una carrera de fondo, no puedes esperar correr la maratón de Nueva York si no has corrido todavía la de Arrancacepas de San Quintín. Los novatos ya llegaremos a ese momento en que tengamos material preparado después de un tiempo opositando y que sepamos mejor cómo hacer las cosas. Yo en apenas unos meses lo he notado, no soy la misma opositora que era el septiembre de 2019 cuando empecé de lleno con la oposición y, espero, no ser la misma que la que tenga que estudiar el año que viene. 

Y, por supuesto, una de las primeras cosas que hay que aprender al opositar es que esto no es el colegio, ni el instituto ni la universidad, donde, aunque cada uno es cada uno como decía un buen amigo, al final todos están más o menos en el mismo proceso, salvo algún par. En la oposición hay circunstancias para todos los gustos. Hay edades, hay ritmos, hay tiempos completos o gente trabajando, hay hijos o sin hijos, hay situaciones económicas y, especialmente, hay una vida que corre a toda velocidad al otro lado de tu escritorio y que no frena para nadie. Mirar a los demás y creer que no correr a su velocidad es una tontería, porque todavía no se ha inventado la ¿ecuación?, el ¿algoritmo?, la ¿fórmula adivinatoria?, (madre mía, como llevo las matemáticas) que te permita saber en qué posición de la carrera va cada uno. Pero, eh, mira a tus compañeros de oposición, nunca te lo olvides de hacer eso, porque te darán la motivación, te demostrarán que se puede, te echarán una mano cuando los apuntes te ahoguen y, sobre todo, serán los únicos que puedan entenderte al cien por cien en este camino. 


Tengo una carrera, un máster, leo mucho, ¿cómo me voy a estudiar Contemporánea con vídeos de YouTube? 
Pues sí, hija, pues sí. Y con los libros de 1º y 2º de Bachillerato. Cuando empecé la oposición, me hice acopio de una buena bibliografía, desvalijo la biblioteca de la universidad cada semana y preparé Dialnet para sacar artículos si hacia falta. Vale, ¿y cómo me leo, estudio y saco información de un manual especializado de Geografía Física, Geografía Humana, Geopolítica, Geografía de España, Prehistoria, Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna, Edad Contemporánea, Mundo Actual y cada puñetero estilo artístico de la historia del arte (ah, y para algunos autores un libro sobre ellos, hola, Velázquez, hola, Goya)? No sé si es que soy la más tonta del patio, si es que no tengo ni idea de cómo se hacen las cosas o qué, pero a mí no me da. Uso tres temarios base, diccionarios, atlas y apuntes antiguos para hacerme los temas y, ocasionalmente, miro algún artículo o manual general si algo no me convence. Y con eso ya voy sobrada. Me da pena, claro que sí, pero es que el tiempo es el que es, nuestra materia  es demasiado variada y a mi no me da la vida para ello. Y dudo que en otra materia dé también. 

Así que sí, no voy a llevar ningún tema al examen de temario sobre Contemporánea (quizá uno o dos porque todavía tengo que elegir dos más para llegar a los 40 que voy a llevar y me tientan un par de ellos), pero sí que estoy estudiando/repasando Edad Contemporánea para el examen de prácticas. Mi canal favorito para repasar y recordar es La cuna de Halicarnaso porque encima me río un montón y se me quedan las cosas con las cancioncillas y vídeos que pone. Y, mira, de verdad, creo que los libros de Bachillerato, especialmente algunas editoriales, como síntesis son muy completos. Lógicamente, tienes que saber manejar un vocabulario más específico y los análisis pueden tener que ser más profundos (que, ojo, de todas maneras, algunos temas de bachillerato), pero eso va más en ti. Y, sobre todo, en el tiempo que tienes. Pero, eh, no te olvides de poner bibliografía, que echarle un ojo a las cosas que cito sí lo hago. 

Ah, y también juego con Quizzlet y otras herramientas. Me gusta mucho aprender jugando y para fechas, vocabulario, personajes, obras y autores y un par de cosillas más me he hecho tarjetitas, cuestionarios, etc. y me viene de perlas. Cinco minutos de juegos al principio del día y otros cinco al acabar y se me están quedando cosas mejor que si me dedicase a hincar codos todo el día (que, por otra parte, muy respetable porque esto es como lo del Pomodoro, a mí me va jugar en Quizzlet y a otro le irá escribirlo veinte veces). En la carrera este sistema me venía de perlas y lo sigue haciendo (porque es verdad que a veces hay cosas que funcionan y no te tropiezas con todas las piedras del camino, solo con 8 de cada 10 de media). 

¿Por qué si tenemos que saber adaptar metodologías para nuestro alumnado no adaptamos nuestro proceso de aprendizaje propio, que es el que mejor conocemos? Así que, lo siento mucho, Grombrich, me encanta tu Historia del Arte, pero es que tengo que leerme y estudiar muchas cosas para llegar a todo. 


He tenido muchos más errores, seguro que sí y seguro que me acordaré de ellos y también vendré a contártelos para reírnos juntos, pero creo que estos son los principales. Porque estos errores me crearon ansiedad en muchas ocasiones, me hicieron sentir desubicada en el largo proceso de la oposición y, sobre todo, me hicieron tener esa sensación de cuando tu madre te deja en la fila del supermercado para pagar y se va a por la cosa que se le ha olvidado y tú no sabes si llegará antes o si te tocará adivinar cómo colocarlo todo en la cinta y que decirle a la cajera para que no te coma viva. Opositar es complicado, a opositar se aprende y opositando se sufre. Pero hay algo que, al final, siempre te da el aliento, igual llega cuando llevas veinte minutos preguntándote cómo vas a resolver esa maldita práctica o igual llega cuando llevas tres días de llantos, de agobios y de no saber qué hacer contigo misma, pero siempre llega. Porque un día, merecerá la pena. ¿Cuál crees que ha sido tu error más garrafal de la opo?